lunes, 24 de febrero de 2014
Infinita tristeza
Lourdes nació en 1930, y su vida era igual a la de todos sus vecinos. Era Guadalajara Jalisco, todos eran feliz, todos tenían hijos, todos tenían una fábrica, una zapatería, o eran ingenieros o estudiaron medicina, todos se casaban con su vecina y tenían hijos que llevaban a pasear al parque. Tal era el caso de Lourdes que a sus 11 años sus padres la llevaban al parque para que conocieran a sus vecinos y fuera ella conociendo a su futuro esposo.
Justo eso paso, 9 años después la joven Lourdes, se estaba casando con uno de sus vecinos, un joven que se acababa de recibir de médico, y que entraría a sus residencia, y con el dinero que le dieron sus padres compraron una casa en las nuevas colonias de la grandísima Guadalajara, años maravillosos se venían por delante. Hijos, viajes, cocinar, lavar, días de campo, domingos en misa, rezar, orar y darle gracias a Dios, por todo lo hermoso que tenían, una familia, una casa en las nuevas colonias de la gloriosa Guadalajara, la perla tapatia, un auto, una oficina en el reciente hospital privado en Guadalajara, amigas con quien tejer, con quien tomarse un café, hijos que se graduaban de primaria, de secundaria.
Pero los hijos crecieron de más, siguieron creciendo y empezaron los problemas. Que crecían cuando estos crecían. La pequeña y hermosa ciudad de Guadalajara se había transformado en una grandísima metrópolis, difícil
De transitar. Uno de sus hijos había sido expulsado de la escuela, había embarazado a su novia, había sido golpeado por el ex novio de su novia.
Su hija no quería estudiar, sus hijos empezaron a alejarse de ella. Su esposo le fue infiel a los 63 años, ella lo perdono, y el quedo ciego al año siguiente, duro tres años ciegos, y se enfermó. Y aunque el doctor curó a miles de personas, no se pudo salvar, y a los 66 años murió de leucemia. Y ahora la señora se quedo sola, sola. Sus padres habían muerto, su hijo se había llevado el dinero que heredó de su padre. Su hija siempre fue una puta malagradecida. Su hijo siempre tuvo problemas con las mujeres. Sí no resultaba golpeado, era acusado de violencia. Y entonces Lourdes se dio cuenta que no importaba haber sido la primera mujer en graduarse de ingeniería química de la universidad autónoma de Guadalajara, que no importaba ir a misa todos los domingos, tener un club del Rosario, pues Dios y la vida y todo lo que conoce le arrebato lo que más quiso y lo único que conoció. Lo único que la hacía feliz. El amor de su esposo. Enviudo y vivió los peores 20 años de su vida. Sola y amargada, odiando a los jóvenes, odiando a los muertos, a los vivos a todo lo que conocía. Vivió una maldita e infinita tristeza.
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