miércoles, 30 de enero de 2013

Capítulo 6


Capítulo 6
Tu, Yo, El mejor vendedor del mundo.

Un hombre delgado, de evidente edad avanzada se nos acercó. Usaba ropa vieja y una barba canosa. Sus ojos oscuros hundidos nos veían fijamente, por un momento me dio miedo. Voltee a ver a León, le tome la mano, pero creo que él estaba igual de asustado. Empezó a hablar en inglés y dijo “Come”, No sé si grite o solo lo dije, o lo pensé, pero me escucho, decir León. Oh “Español” dijo, y entonces sorprendentemente nos empezó a hablar en español. Sin saber la razón, sin saber que nos esperaba, lo empezamos a seguir. Acepto que estaba muy asustada, pero me moría de la curiosidad por saber que nos quería enseñar que había en ese lugar que estaba señalando. Di unos pocos pasos, pero, mi intuición me detuvo, me volvió ese miedo. El miedo le gano a mi curiosidad y me detuve. Lo notó, nos volvió a ver fijamente de nuevo y ahora dijo “Bife?” señalándome a mí, “Husmando?” señalando a León. “Hermosa pareja, hermosa wife” me tomo una de mis manos, y me dijo “bellas manos, felicidades Husmando”. Aunque haya sido lo más extraño que me haya dicho un perfecto desconocido, sentí mas confianza que nunca, y cuando volvió a decir “Ven”, me sentí más segura, y confiada, que nunca. Y tome a León de la mano, y camine a tras de nuestro nuevo amigo.

La travesía comenzó cruzando varias casas, entramos a lo que a mí me parecía como un mercado, con varios escalones para arriba y para abajo. Varias personas, varios puestos, y varios olores. Todo era color tierra, todo ellos también eran color tierra, cafés. Ojos negros, delgados. Muchos barbones con canas. Cruzamos algunas cortinas, y algunos vendedores nos ofrecían, especias, conejos, cabras, monos, y muchas otras cosas. Nos ofrecían también servilletas, cortinas, mesas, muebles, viajes, y uno de los vendedores nos ofreció mujeres. Bajamos y subimos varios pisos, y en algún momento nos detuvimos y entramos a un cuarto que tenía solamente un sofá. Al sentarnos, quedamos, casi al ras del suelo. Inmediatamente nos ofreció te, y estaba indecisa, pues nos habían comentado que no debíamos pedir agua. A menos de que esta estuviera embotellada. No sabía que agua utilizaría para hacer el té. ¿Realmente lo iba a calentar hasta la ebullición, realmente seria agua embotellada, porque nos habrían dicho de tener cuidado con el agua? Estuve indecisa y con temor, todo ese tiempo, hubo un silencioso incomodo hasta que sin querer moví la cabeza, confirmando que si quería té, en ese momento este hombre aplaudió, y se empezaron a escuchar ruidos, de pasos, de personas, haciendo algo, cuando antes estaba todo en silencio. Ahora recuerdo que a León, lo perdí por completo, no sé qué estaba haciendo él. Todos esos ruidos de personas, de cosas moviéndose, de pasos, se empezaron a convertir en un show que duraría aproximadamente 2 horas y media.

Lo primero que vi, es que al señor, le llevaron una flauta y empezó a tocar, una música que me gusto, mucho. Salieron varios hombres, no los conté, pero sí sé que fueron más de 10, pusieron una mesa, pero mientras la ponían bailaban al ritmo de la música que tocaba el señor, trajeron dos tazas de té, y un menú de tés, y se fueron de la nada. Mientras el señor seguía tocando música, yo apenas le di dos ojeadas al menú, y llegaron dos de los hombres que pusieron la mesa, de igual forma al ritmo de la música que tocaba el señor, con un muestrario de tés. No me dejaron tomarlo, y en cambio ellos pasaron cada uno de los muestrarios, por mi nariz. Debo decir que era incomodo, y me sentía presionada, pero a la vez era divertido. Depuse que por fin seleccione mi té, todos volvieron a desaparecer. Cuando regresaron, salieron más músicos, o tal vez era los mismos que pusieron la mesa, pero ahora uno traía una campana, otro un pandero, y otro algo muy parecido a un tambor. Sirvieron él te, y comenzaron a cantar. No entendía nada de lo que decían, pero me hacían reír bastante. Por un momento me empezó a sentir como en la película de Disney de Aladino, cuando este se queda encerrado en la cueva, después de que es enviado por la lámpara mágica, y el genio empieza a cantar la canción “Friend like me.”     

Mientras esto pasaba, sin darme cuenta empezaron a acomodar lo que yo pensé, eran alfombras, o carpetas. Le di el primer sorbo a mi te, y estaba delicioso, sabia a lo que había olido. Digo era obvio. Tenía un sabor dulce a maracuyá, la fruta de la pasión. Con un toque de alguna otra hierva, simplemente deliciosa. Ya me dolía la panza, pero de tanto reírme. Me acomode mejor para seguir disfrutando del show.

Los señores comenzaron a tirarse con lo que estaba enrollado, que si, efectivamente eran tapetes, como lo supuse. En este momento capte, que era toda una técnica de venta, y que seguramente saldría con uno de esos tapetes. Tal vez, hace media hora hubiera dado un no rotundamente, pero ya estaba muy entretenida, entonces, estaba dispuesta a ver lo que tenían que ensañarme, y seguramente escoger uno bonito para tenerlo de recuerdo. Mientras hacían sus malabares voltee a buscar a León, cuando capte, que tenía todo este tiempo sin estar a mi lado. Él estaba atrás, parado, no lo habían invitado a sentarse, ni le habían ofrecido té. Pero se estaba riendo, creo que ya había captado también, que todo esto era una técnica de venta, lo que me llamo la atención es que no se quiso sentar. Cuando estas personas notaron que me había distraído con León, cada uno se puso a un lado de otro con un tapete cada uno, todos se los pusieron en su cara sujetando con las dos manos, y al mismo tiempo lo desenvolvieron. Se vio muy coordinado y me impresionó bastante. Todos los tapetes eran hermosos, de diferentes colores, y diferentes diseños, en ese momento me volví a olvidar de León, cuando estos hombres con los tapetes empezaron a dar vueltas y bailar con ellos, mientras la música se volvía más melodiosa, con más ritmo, mas bailable. La música termino con un ritmo muy rápido, y con mucho ruido de la pandora y del tambor. Al final cada uno tiro su tapete al suelo y se hincaron como se estuvieran poniéndose a mis órdenes.

Cuando termino la música, el señor que nos había llevado, aplaudió, y todos desaparecieron en ese instante. La verdad no entendía a donde se iban, pues el cuarto al principio parecía estar muy pequeño. El señor, con una gran sonrisa se sentó en el sofá, y hasta entonces capte porque había dos tazas de té. La segunda era para él. Me volvió a tomar la mano, y me dio las gracias por haberle aceptado él te. Me pregunto que si le había gustado la música y la danza. Después me hizo una sola pregunta. Me pregunto que si cuanto llevaba de casada con León, mi respuesta fue “Honey Moon”.

Hasta ese entonces el señor no se había presentado, pero si lo hizo, se llamaba Ebadaah, me lo escribió en una de las servilletas y me explico que su nombre significada “orador de Allah”. Me conto que tenía 54 años y que vivía en esa ciudad desde los 17 años, porque él no era de ahí, sino de un pueblo que estaba alrededor de 134 km, que caminando hacia 15 horas, pero que ya tenía algunos años sin ir. Que desde que llego empezó a dedicarse al comercio, y que ahora tenía esa tienda. Me dijo que después hablaríamos más de su tienda, y me dijo que quería platicar de mí. Me volvió a hacer otra pregunta, “?Ya están pensando en tener bebes?”

Le conteste que no los tenemos planeados para en el corto plazo, y me explico que los hijos eran una bendición, y que ojala nos animaros a tenerlos pronto. Me vio y me dijo que mis hijos no tendrían los ojos de mi marido, si no los míos. Me dijo que si teníamos dos, el primero sería varón y la segunda mujer. La segunda seria más rubia que el primero, pero que ambos serian rubios. Me dijo que ambos sacarían los talentos del papá, (y aquí me pregunte a mí misma que sí que talentos), pero tendrían mi carácter y además serian igual de simpáticos. Me dijo que tuviera mucho cuidado con la casa, que la cuidara de las inclemencias del clima, como erupciones volcánicas, terremotos, huracanes, tornados, ciclones y todos esos desastres naturales que no suceden en donde vivo. Después me platico sobre como ellos cuidaban sus casas, y como juntos el esposo y la esposa, daban y mantenían la casa en orden. Limpiaban los dos, y mutuamente hacían el que hacer hogareño. Me platico un poco de cómo se arreglaban los matrimonios, y algunas otras cosas que no recuerdo. Me volvió a tomar la mano, y me dijo que estas eran hermosas, y que las manos servirían perfectamente para hacer algunos tapetes. Después de decir tapetes, volvió a aplaudir. Regreso toda su servidumbre, y traían varias cosas en las manos.

Los hombres comenzaron a tejer enfrente de ella, mientras Ebadaah, me explicaba la técnica manual con la que tejían cada uno de los tapetes. La técnica era difícil, pero los hombres eran hábiles. Dentro de poco terminaron un poco más de 30 ms de tapate. Era un tapetito. Se veía hermoso. Este pedazo se lo dieron a Ebadaah, y me mostro. Me lo dio a que lo tocara, y me explico sobre la fibra, la dureza y la durabilidad. Sobre como pintaban el material y como este podía durar años. Me explico sobre los diseños y me platico un poco sobre los dioses. Historias increíbles imaginarias, y como se inspiraban en esos cuentos para hacer sus diseños. Después me hizo una pregunta, con lo que para mí, empezó lo más divertido, “¿cuál es tu color favorito?”.

Al responder, volvió a aplaudir, y grito algo, que obvio no entiendo su idioma, pero estoy segura que dijo mi color, porque los hombres se llevaron todos los tapetes que no fueran de ese color. Al quedar el cuarto vacío, me pidió que me levantara. Me levante, y me dirigí a los tapetes. Me dijo ¿qué diseño te gusta más?

El primer tapete tenía un diseño interesante, en el cual las orillas estaban compuestas por cuadros grandes, que estaban rodeados por rombos, o romboides. El centro tenía un romboide, y en el centro del romboide había cuadros, varios cuadritos, más pequeños que los que estaban en las orillas o en los lados. Sobre salían otros colores. No me gustó tanto.

El segundo tapete tenía flores, como su mayor atractivo. De igual forma tenía un contorno de un color distinto y que contrastaba con el color primario, con imágenes que para mí parecían flores. Adentro de ese contorno había mas diseños de flores, que se amontonaban en un lugar, se separaban en otro, algunos talles estaba entrelazados entre sí, y otros separados. Varias flores adornaban el centro del tapete.

El tercer tapete tenía un diseño más serio, como más formal, con un contorno alrededor, con figuritas, en realidad no recuerdo exactamente como, pero tenía esa apariencia o esa sensación que hacía ver las cosas más serias.

El cuarto tapete tenía un diseño místico, tenía la imagen de un elefante en el centro, tenía un sol y una luna, también estaba representado en el tapete un tipo de cocodrilo perro, que podría fácilmente devorase al elefante, y no lo hacía porque estaba estampado en ese diseño, pero yo creo que en la vida real si lo hace y de manera muy fácil.

El quinto tapete tenía dibujado a lo que a mí se me figura como un hombre, que sostenía a lo que a mí se me figuro un mundo, o algo parecido. El mundo estaba dividido en un bosque, una selva, un desierto y un mar. En cada uno de los territorios había otros hombres, parecido a ese que estaba sosteniendo la rueda. Digo que eran parecidos a hombres, porque tenían una cara demoniaca, y unas uñas como si fueran bestias.

Había un sexto, un séptimo, un octavo, un noveno, un décimo, y un décimo primero, pero la verdad no tienen caso que se los describa, porque ni uno de los otros me gusto, ni de los anteriores. Me gusto el doceavo, o décimo segundo, este a mi parecer era muy abstracto. Estaba formado por figuras geométricas. Tenía círculos, cuadrados, óvalos, triángulos, romboides, pentágonos, rectángulos, círculos, hexágonos, y combinaciones de estas, que hacían un tapete hermoso. Le dije a Ebadaah que ese me gustaba, y en un abrir y cerrar de ojos, los hombres levantaron todos los que no me habían gustado, y me trajeron otros once con diseños similares.

Ahora tenía enfrente 12 tapetes, con diseños muy similares, todos eran abstractos con figuras geométricas, del color que yo había escogido. La decisión seria difícil. Ebadaah, se me acerco y me pidió que limpiara mis pies. Se los limpio el en uno, y yo hice lo mismo en otro. Después me dijo “Partí”, y empezó a abalar arriba de él, me pidió que yo también bailara arriba de él. Me dijo “Housband” y le pidió a León que se acercara, el mando a llamar a uno de sus chalanes, y volvió a decir “partí”. Al parecer quería que bailara con León, y lo comprobé cuando el tomo a su ayudante y empezaron a bailar. Fue muy gracioso. Luego dijo, “no hijos aun verdad?, mira partí dos” volteo el tapete y se acostó con el hombre e hizo la cara más picara, pero con eso nos dio a entender todo. León y yo nos reímos y volteamos el tapete y nos acostamos arriba de él. Nos dimos cuenta que la textura de un lado era distinta de otra. Al parecer creo que era lo que el quería que nos diéramos cuenta. Ebadaah, dijo, prueba los otros… “Partí dos.”

Volteamos los otros 10 tapetes, no por el partí dos, pero para acostarlos y sentirlos, cada uno se sentía diferente, era como probar colchones. Había algunos más suaves, otros más duros, algunos firmes, algunos parecían piedras, cada tapate era distinto. Al saber que cada tapete tenía una textura distinta, a pesar de tener diseños parecidos, y ser del mismo color, hacía que ahora la elección fuera más sencilla. Después de tanto show, era momento de decidir, y dado que los diseños eran muy parecidos, escogí el más cómodo. Ebadaah, mencionó “oh, qué buena elección”, volvió a aplaudir, y los hombres retiraron todo menos ese tapete. Lo levante del suelo y pregunte cuanto costaba. Él dijo, “este es económico, mala calidad, ustedes no se merecen mala calidad, buena calidad para ti, tu hermosa, bonito esposo, husmando, tú te mereces excelente calidad”, y me quito el tapete de las manos, volvió a aplaudir, y me trajeron dos tapetes, de un material que ciertamente, a simple vista se veía mejor. Voltee a ver a León, muy emocionada, con una cara de lo quiero, le hice ojos, y me contesto “no traigo dinero eh, aparte ni te ha dicho cuánto cuesta.” Lo recordé, y entonces le pregunte cuanto costaba. Me dio el precio y le hice cara a León, quien contesto con un rotundo “no, ya te dije; no tengo dinero.” Tuve que dejar el tapete, y decirle no traemos dinero. Pensé que sería muy difícil deshacernos de él, pero solamente le dije, “no”, le entregue el tapete, y nos fuimos. Y esa fue la historia del vendedor.

Tu prima deja de contar la historia, que tiene un final muy raro, y sospechas que seguramente si comprarlo el tapate, y lo más probable es que al precio más caro. Le tomas un último sorbo a tú te, y en ese momento se te ocurren varias ideas para llegar a tu casa escribir, estas muy emocionado, crees que saldrá algo bueno esa noche, algo bonito, algo que le puedas ensenar a las mujeres y que estas se engomaren perdidamente de ti. Algo así como lo siguiente:

Juego Pirotécnicos

Hola, que estás haciendo, ¿jugando con mis sentimientos, jugando con mis emociones? ¿Por qué lo haces? Creo que he sido claro y honesto contigo, para que me trates así. Quien te da el derecho de tratarme con tanta indiferencia. Por qué te es tan fácil, decir que se te olvidan las cosas y hacer como que nada está pasando. Cuando para mí, siempre estás dando vueltas en mi cabeza, has logrado agitar mi corazón, y que mi mente se concentre todo el día en ti. Te has vuelto un tema de conversación principal con mis amigos y familiares. Me has llevado a sonar y volar fuera de esta realidad hacia un mundo lleno de corazones y amor. Siento tus manos en mi caro, en mi espalda, tomando mi brazo. Siento tus labios en mi cara, en mis cachetes. Pero después te vas, te desapareces, me dejas. Y eso no me gusta, me molesta, me duele. Me duele tanto como estar ampollado por correr con tenis viejos. Me dueles como esos kilómetros que no he podido recorrer, ese oxigeno que a veces no puedo, o no logro respirar. Ese aire que a veces me falta, cuando las cosas están difíciles. Esa música que me fascina escuchar. Esa música que compartimos, porque tenemos gustos parecidos, o solo porque la queremos compartir. Me creas y me destruyes, me jalas, me estiras, me aprietas, y compactas, me vuelas, y me ofendes. Me inspiras, me prendes. Me emociono, me exista. Te huelo, te veo, sonrió. Te abrazo, y la mayoría se acaba se termina. Mientras esto se termina, me pregunto cuando te volveré a ver, hasta cuanto tiempo tendrá que pasar, cuando poder compartir. No te pido nada, ni te pediré. No te asustes, que haces que me asuste más. No seas indecisa, que me haces dudar, no seas tonto, que me vuelvo un burro. Se tú, no debes de batallar, se simplemente tú.


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