Capítulo 6
Tu, Yo, El mejor vendedor del
mundo.
Un hombre delgado, de evidente edad
avanzada se nos acercó. Usaba ropa vieja y una barba canosa. Sus ojos oscuros
hundidos nos veían fijamente, por un momento me dio miedo. Voltee a ver a León,
le tome la mano, pero creo que él estaba igual de asustado. Empezó a hablar en inglés
y dijo “Come”, No sé si grite o solo lo dije, o lo pensé, pero me escucho,
decir León. Oh “Español” dijo, y entonces sorprendentemente nos empezó a hablar
en español. Sin saber la razón, sin saber que nos esperaba, lo empezamos a seguir.
Acepto que estaba muy asustada, pero me moría de la curiosidad por saber que
nos quería enseñar que había en ese lugar que estaba señalando. Di unos pocos
pasos, pero, mi intuición me detuvo, me volvió ese miedo. El miedo le gano a mi
curiosidad y me detuve. Lo notó, nos volvió a ver fijamente de nuevo y ahora
dijo “Bife?” señalándome a mí, “Husmando?” señalando a León. “Hermosa pareja,
hermosa wife” me tomo una de mis manos, y me dijo “bellas manos, felicidades Husmando”.
Aunque haya sido lo más extraño que me haya dicho un perfecto desconocido, sentí
mas confianza que nunca, y cuando volvió a decir “Ven”, me sentí más segura, y
confiada, que nunca. Y tome a León de la mano, y camine a tras de nuestro nuevo
amigo.
La travesía comenzó cruzando varias casas,
entramos a lo que a mí me parecía como un mercado, con varios escalones para
arriba y para abajo. Varias personas, varios puestos, y varios olores. Todo era
color tierra, todo ellos también eran color tierra, cafés. Ojos negros,
delgados. Muchos barbones con canas. Cruzamos algunas cortinas, y algunos
vendedores nos ofrecían, especias, conejos, cabras, monos, y muchas otras
cosas. Nos ofrecían también servilletas, cortinas, mesas, muebles, viajes, y
uno de los vendedores nos ofreció mujeres. Bajamos y subimos varios pisos, y en
algún momento nos detuvimos y entramos a un cuarto que tenía solamente un sofá.
Al sentarnos, quedamos, casi al ras del suelo. Inmediatamente nos ofreció te, y
estaba indecisa, pues nos habían comentado que no debíamos pedir agua. A menos
de que esta estuviera embotellada. No sabía que agua utilizaría para hacer el
té. ¿Realmente lo iba a calentar hasta la ebullición, realmente seria agua
embotellada, porque nos habrían dicho de tener cuidado con el agua? Estuve
indecisa y con temor, todo ese tiempo, hubo un silencioso incomodo hasta que
sin querer moví la cabeza, confirmando que si quería té, en ese momento este
hombre aplaudió, y se empezaron a escuchar ruidos, de pasos, de personas,
haciendo algo, cuando antes estaba todo en silencio. Ahora recuerdo que a León,
lo perdí por completo, no sé qué estaba haciendo él. Todos esos ruidos de
personas, de cosas moviéndose, de pasos, se empezaron a convertir en un show
que duraría aproximadamente 2 horas y media.
Lo primero que vi, es que al señor, le
llevaron una flauta y empezó a tocar, una música que me gusto, mucho. Salieron
varios hombres, no los conté, pero sí sé que fueron más de 10, pusieron una
mesa, pero mientras la ponían bailaban al ritmo de la música que tocaba el
señor, trajeron dos tazas de té, y un menú de tés, y se fueron de la nada.
Mientras el señor seguía tocando música, yo apenas le di dos ojeadas al menú, y
llegaron dos de los hombres que pusieron la mesa, de igual forma al ritmo de la
música que tocaba el señor, con un muestrario de tés. No me dejaron tomarlo, y
en cambio ellos pasaron cada uno de los muestrarios, por mi nariz. Debo decir
que era incomodo, y me sentía presionada, pero a la vez era divertido. Depuse que
por fin seleccione mi té, todos volvieron a desaparecer. Cuando regresaron,
salieron más músicos, o tal vez era los mismos que pusieron la mesa, pero ahora
uno traía una campana, otro un pandero, y otro algo muy parecido a un tambor. Sirvieron
él te, y comenzaron a cantar. No entendía nada de lo que decían, pero me hacían
reír bastante. Por un momento me empezó a sentir como en la película de Disney
de Aladino, cuando este se queda encerrado en la cueva, después de que es
enviado por la lámpara mágica, y el genio empieza a cantar la canción “Friend
like me.”
Mientras esto pasaba, sin darme cuenta
empezaron a acomodar lo que yo pensé, eran alfombras, o carpetas. Le di el
primer sorbo a mi te, y estaba delicioso, sabia a lo que había olido. Digo era
obvio. Tenía un sabor dulce a maracuyá, la fruta de la pasión. Con un toque de
alguna otra hierva, simplemente deliciosa. Ya me dolía la panza, pero de tanto reírme.
Me acomode mejor para seguir disfrutando del show.
Los señores comenzaron a tirarse con lo
que estaba enrollado, que si, efectivamente eran tapetes, como lo supuse. En
este momento capte, que era toda una técnica de venta, y que seguramente saldría
con uno de esos tapetes. Tal vez, hace media hora hubiera dado un no rotundamente,
pero ya estaba muy entretenida, entonces, estaba dispuesta a ver lo que tenían
que ensañarme, y seguramente escoger uno bonito para tenerlo de recuerdo.
Mientras hacían sus malabares voltee a buscar a León, cuando capte, que tenía
todo este tiempo sin estar a mi lado. Él estaba atrás, parado, no lo habían
invitado a sentarse, ni le habían ofrecido té. Pero se estaba riendo, creo que
ya había captado también, que todo esto era una técnica de venta, lo que me
llamo la atención es que no se quiso sentar. Cuando estas personas notaron que
me había distraído con León, cada uno se puso a un lado de otro con un tapete
cada uno, todos se los pusieron en su cara sujetando con las dos manos, y al
mismo tiempo lo desenvolvieron. Se vio muy coordinado y me impresionó bastante.
Todos los tapetes eran hermosos, de diferentes colores, y diferentes diseños,
en ese momento me volví a olvidar de León, cuando estos hombres con los tapetes
empezaron a dar vueltas y bailar con ellos, mientras la música se volvía más
melodiosa, con más ritmo, mas bailable. La música termino con un ritmo muy rápido,
y con mucho ruido de la pandora y del tambor. Al final cada uno tiro su tapete
al suelo y se hincaron como se estuvieran poniéndose a mis órdenes.
Cuando termino la música, el señor que
nos había llevado, aplaudió, y todos desaparecieron en ese instante. La verdad
no entendía a donde se iban, pues el cuarto al principio parecía estar muy
pequeño. El señor, con una gran sonrisa se sentó en el sofá, y hasta entonces
capte porque había dos tazas de té. La segunda era para él. Me volvió a tomar
la mano, y me dio las gracias por haberle aceptado él te. Me pregunto que si le
había gustado la música y la danza. Después me hizo una sola pregunta. Me
pregunto que si cuanto llevaba de casada con León, mi respuesta fue “Honey
Moon”.
Hasta ese entonces el señor no se había
presentado, pero si lo hizo, se llamaba Ebadaah, me lo escribió en una de las
servilletas y me explico que su nombre significada “orador de Allah”. Me conto
que tenía 54 años y que vivía en esa ciudad desde los 17 años, porque él no era
de ahí, sino de un pueblo que estaba alrededor de 134 km, que caminando hacia
15 horas, pero que ya tenía algunos años sin ir. Que desde que llego empezó a
dedicarse al comercio, y que ahora tenía esa tienda. Me dijo que después hablaríamos
más de su tienda, y me dijo que quería platicar de mí. Me volvió a hacer otra
pregunta, “?Ya están pensando en tener bebes?”
Le conteste que no los tenemos planeados
para en el corto plazo, y me explico que los hijos eran una bendición, y que
ojala nos animaros a tenerlos pronto. Me vio y me dijo que mis hijos no tendrían
los ojos de mi marido, si no los míos. Me dijo que si teníamos dos, el primero sería
varón y la segunda mujer. La segunda seria más rubia que el primero, pero que
ambos serian rubios. Me dijo que ambos sacarían los talentos del papá, (y aquí
me pregunte a mí misma que sí que talentos), pero tendrían mi carácter y además
serian igual de simpáticos. Me dijo que tuviera mucho cuidado con la casa, que
la cuidara de las inclemencias del clima, como erupciones volcánicas,
terremotos, huracanes, tornados, ciclones y todos esos desastres naturales que
no suceden en donde vivo. Después me platico sobre como ellos cuidaban sus
casas, y como juntos el esposo y la esposa, daban y mantenían la casa en orden.
Limpiaban los dos, y mutuamente hacían el que hacer hogareño. Me platico un
poco de cómo se arreglaban los matrimonios, y algunas otras cosas que no
recuerdo. Me volvió a tomar la mano, y me dijo que estas eran hermosas, y que
las manos servirían perfectamente para hacer algunos tapetes. Después de decir
tapetes, volvió a aplaudir. Regreso toda su servidumbre, y traían varias cosas
en las manos.
Los hombres comenzaron a tejer enfrente
de ella, mientras Ebadaah, me explicaba la técnica manual con la que tejían
cada uno de los tapetes. La técnica era difícil, pero los hombres eran hábiles.
Dentro de poco terminaron un poco más de 30 ms de tapate. Era un tapetito. Se veía
hermoso. Este pedazo se lo dieron a Ebadaah, y me mostro. Me lo dio a que lo
tocara, y me explico sobre la fibra, la dureza y la durabilidad. Sobre como
pintaban el material y como este podía durar años. Me explico sobre los diseños
y me platico un poco sobre los dioses. Historias increíbles imaginarias, y como
se inspiraban en esos cuentos para hacer sus diseños. Después me hizo una
pregunta, con lo que para mí, empezó lo más divertido, “¿cuál es tu color
favorito?”.
Al responder, volvió a aplaudir, y grito
algo, que obvio no entiendo su idioma, pero estoy segura que dijo mi color,
porque los hombres se llevaron todos los tapetes que no fueran de ese color. Al
quedar el cuarto vacío, me pidió que me levantara. Me levante, y me dirigí a
los tapetes. Me dijo ¿qué diseño te gusta más?
El primer tapete tenía un diseño
interesante, en el cual las orillas estaban compuestas por cuadros grandes, que
estaban rodeados por rombos, o romboides. El centro tenía un romboide, y en el
centro del romboide había cuadros, varios cuadritos, más pequeños que los que
estaban en las orillas o en los lados. Sobre salían otros colores. No me gustó
tanto.
El segundo tapete tenía flores, como su
mayor atractivo. De igual forma tenía un contorno de un color distinto y que
contrastaba con el color primario, con imágenes que para mí parecían flores.
Adentro de ese contorno había mas diseños de flores, que se amontonaban en un
lugar, se separaban en otro, algunos talles estaba entrelazados entre sí, y
otros separados. Varias flores adornaban el centro del tapete.
El tercer tapete tenía un diseño más
serio, como más formal, con un contorno alrededor, con figuritas, en realidad
no recuerdo exactamente como, pero tenía esa apariencia o esa sensación que hacía
ver las cosas más serias.
El cuarto tapete tenía un diseño místico,
tenía la imagen de un elefante en el centro, tenía un sol y una luna, también
estaba representado en el tapete un tipo de cocodrilo perro, que podría fácilmente
devorase al elefante, y no lo hacía porque estaba estampado en ese diseño, pero
yo creo que en la vida real si lo hace y de manera muy fácil.
El quinto tapete tenía dibujado a lo que
a mí se me figura como un hombre, que sostenía a lo que a mí se me figuro un
mundo, o algo parecido. El mundo estaba dividido en un bosque, una selva, un
desierto y un mar. En cada uno de los territorios había otros hombres, parecido
a ese que estaba sosteniendo la rueda. Digo que eran parecidos a hombres,
porque tenían una cara demoniaca, y unas uñas como si fueran bestias.
Había un sexto, un séptimo, un octavo,
un noveno, un décimo, y un décimo primero, pero la verdad no tienen caso que se
los describa, porque ni uno de los otros me gusto, ni de los anteriores. Me
gusto el doceavo, o décimo segundo, este a mi parecer era muy abstracto. Estaba
formado por figuras geométricas. Tenía círculos, cuadrados, óvalos, triángulos,
romboides, pentágonos, rectángulos, círculos, hexágonos, y combinaciones de
estas, que hacían un tapete hermoso. Le dije a Ebadaah que ese me gustaba, y en
un abrir y cerrar de ojos, los hombres levantaron todos los que no me habían
gustado, y me trajeron otros once con diseños similares.
Ahora tenía enfrente 12 tapetes, con
diseños muy similares, todos eran abstractos con figuras geométricas, del color
que yo había escogido. La decisión seria difícil. Ebadaah, se me acerco y me pidió
que limpiara mis pies. Se los limpio el en uno, y yo hice lo mismo en otro. Después
me dijo “Partí”, y empezó a abalar arriba de él, me pidió que yo también
bailara arriba de él. Me dijo “Housband” y le pidió a León que se acercara, el
mando a llamar a uno de sus chalanes, y volvió a decir “partí”. Al parecer quería
que bailara con León, y lo comprobé cuando el tomo a su ayudante y empezaron a
bailar. Fue muy gracioso. Luego dijo, “no hijos aun verdad?, mira partí dos”
volteo el tapete y se acostó con el hombre e hizo la cara más picara, pero con
eso nos dio a entender todo. León y yo nos reímos y volteamos el tapete y nos
acostamos arriba de él. Nos dimos cuenta que la textura de un lado era distinta
de otra. Al parecer creo que era lo que el quería que nos diéramos cuenta.
Ebadaah, dijo, prueba los otros… “Partí dos.”
Volteamos los otros 10 tapetes, no por
el partí dos, pero para acostarlos y sentirlos, cada uno se sentía diferente,
era como probar colchones. Había algunos más suaves, otros más duros, algunos
firmes, algunos parecían piedras, cada tapate era distinto. Al saber que cada
tapete tenía una textura distinta, a pesar de tener diseños parecidos, y ser
del mismo color, hacía que ahora la elección fuera más sencilla. Después de
tanto show, era momento de decidir, y dado que los diseños eran muy parecidos, escogí
el más cómodo. Ebadaah, mencionó “oh, qué buena elección”, volvió a aplaudir, y
los hombres retiraron todo menos ese tapete. Lo levante del suelo y pregunte
cuanto costaba. Él dijo, “este es económico, mala calidad, ustedes no se
merecen mala calidad, buena calidad para ti, tu hermosa, bonito esposo, husmando,
tú te mereces excelente calidad”, y me quito el tapete de las manos, volvió a
aplaudir, y me trajeron dos tapetes, de un material que ciertamente, a simple
vista se veía mejor. Voltee a ver a León, muy emocionada, con una cara de lo
quiero, le hice ojos, y me contesto “no traigo dinero eh, aparte ni te ha dicho
cuánto cuesta.” Lo recordé, y entonces le pregunte cuanto costaba. Me dio el
precio y le hice cara a León, quien contesto con un rotundo “no, ya te dije; no
tengo dinero.” Tuve que dejar el tapete, y decirle no traemos dinero. Pensé que
sería muy difícil deshacernos de él, pero solamente le dije, “no”, le entregue
el tapete, y nos fuimos. Y esa fue la historia del vendedor.
…
Tu prima deja de contar la historia, que
tiene un final muy raro, y sospechas que seguramente si comprarlo el tapate, y
lo más probable es que al precio más caro. Le tomas un último sorbo a tú te, y
en ese momento se te ocurren varias ideas para llegar a tu casa escribir, estas
muy emocionado, crees que saldrá algo bueno esa noche, algo bonito, algo que le
puedas ensenar a las mujeres y que estas se engomaren perdidamente de ti. Algo así
como lo siguiente:
Juego Pirotécnicos
Hola, que estás haciendo, ¿jugando con mis
sentimientos, jugando con mis emociones? ¿Por qué lo haces? Creo que he sido
claro y honesto contigo, para que me trates así. Quien te da el derecho de
tratarme con tanta indiferencia. Por qué te es tan fácil, decir que se te
olvidan las cosas y hacer como que nada está pasando. Cuando para mí, siempre estás
dando vueltas en mi cabeza, has logrado agitar mi corazón, y que mi mente se concentre
todo el día en ti. Te has vuelto un tema de conversación principal con mis
amigos y familiares. Me has llevado a sonar y volar fuera de esta realidad
hacia un mundo lleno de corazones y amor. Siento tus manos en mi caro, en mi
espalda, tomando mi brazo. Siento tus labios en mi cara, en mis cachetes. Pero después
te vas, te desapareces, me dejas. Y eso no me gusta, me molesta, me duele. Me
duele tanto como estar ampollado por correr con tenis viejos. Me dueles como
esos kilómetros que no he podido recorrer, ese oxigeno que a veces no puedo, o
no logro respirar. Ese aire que a veces me falta, cuando las cosas están difíciles.
Esa música que me fascina escuchar. Esa música que compartimos, porque tenemos
gustos parecidos, o solo porque la queremos compartir. Me creas y me destruyes,
me jalas, me estiras, me aprietas, y compactas, me vuelas, y me ofendes. Me
inspiras, me prendes. Me emociono, me exista. Te huelo, te veo, sonrió. Te
abrazo, y la mayoría se acaba se termina. Mientras esto se termina, me pregunto
cuando te volveré a ver, hasta cuanto tiempo tendrá que pasar, cuando poder
compartir. No te pido nada, ni te pediré. No te asustes, que haces que me
asuste más. No seas indecisa, que me haces dudar, no seas tonto, que me vuelvo
un burro. Se tú, no debes de batallar, se simplemente tú.
¡Bravo!
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